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Perennials, los más productivos de tu empresa

Del mito del garaje de Apple a las oficinas coloristas de Google,

existe una gran mitología en torno a la forma en que las nuevas generaciones han cambiado la cultura corporativa.

La revolución de los millennials, que quieren encontrar trabajos estables y que les permitan conciliar su vida profesional con la personal

(aunque aún no lo estén consiguiendo), hará que las compañías se adapten a nuevas filosofías.

Pero, ¿qué hay de los empleados que llevan décadas trabajando?

Ellos también se enfrentan a un gran reto, por el futuro de las pensiones,

por los años de actividad que les quedan por delante y por la discriminación laboral por cuestiones de edad.

No obstante, según muestran algunos casos prácticos (que veremos más adelante),

la transición de los baby boomers a las etapas finales del empleo no tiene por qué ser descorazonadora

si las empresas se conciencian de los beneficios que pueden generar, además del respeto a sus derechos y condiciones.

Son grandes trabajadores y además un motor vital para el mercado.

En España, según datos de verano de 2017, los trabajadores de más de 50 años son el colectivo

con mayor riesgo de exclusión profesional; más del 70% acumula un año de paro laboral,

y alrededor del 40%, más de cuatro. Es uno de los fenómenos más preocupantes de los derivados

del colapso económico de la última década, agravado por las prácticas de muchas compañías

que prefieren contratar a empleados más jóvenes,

a pesar de que los veteranos se encuentran en un momento de gran productividad.

No obstante, de Estados Unidos y de otros países de Europa nos llegan ejemplos de compañías que están aprendiendo

a cuidar a sus “mayores”. Los empleados de más de 50 años, para los que ya se ha creado un término específico, los perennials,

suponen una gran fuerza de trabajo y de economía.

Y son un grupo social en gran crecimiento. En EEUU, por ejemplo,

los perennials han crecido en los últimos años el doble que los adolescentes en el mercado laboral;

de 1994 a 2024, han pasado de ser el colectivo activo más pequeño al más grande, como recoge su Ministerio de Trabajo.

¿Y qué pasa con las pensiones?

Esto se debe a algo de lo que seguro que has escuchado hablar mucho: el envejecimiento de la población

(que en España alcanza cifras muy altas) y el aumento de la esperanza de vida.

Pero también la preocupación por las pensiones

(en el futuro tendremos que jubilarnos varios años más tarde que nuestros padres y abuelos, y nuestro porvenir económico está en entredicho),

y el retraso de ciertos hitos vitales, como la incorporación al mercado profesional o la maternidad y la paternidad.

También es curioso otro de los ejemplos que recoge ‘Quartz’:

la cadena estadounidense de farmacias CVS permite a sus empleados de mayor edad migrar durante los meses

de frío a regiones más cálidas, aprovechando que es lo que precisamente hace un gran número de sus clientes,

personas de avanzada edad. Esta medida no solo genera mayor satisfacción en plantilla,

además se amolda a las necesidades de su mercado.

La jubilación por etapas

Según las investigaciones de organismos especializados, como el Milken Institute,

los perennials se toman menos bajas por enfermedad, muestran mayores habilidades a la hora de resolver

problemas y suelen registrar una mayor tasa de satisfacción laboral. Además, las empresas que cuentan con

equipos de trabajo en los que hay diversidad de edad son más productivos.

El mercado económico también responde favorablemente a esta tendencia, algo que para las compañías es vital.

Seguirán consumiendo

Estos estudios y casos de referencia demuestran que los intereses de los perennials no son diferentes de los nuevos trabajadores,

al contrario de lo que podríamos pensar. Los beneficios que las empresas deben incorporar para ellos no se basan

solo en los espacios de trabajo, sino también en las dinámicas relacionales.

Poner a los veteranos y a los recién llegados a trabajar juntos genera más productividad, y ambos reclaman lo mismo:

entornos más cómodos (los jóvenes evitarán las dolencias que hoy sufren los mayores)

y mejores posibilidades de conciliación entre la vida laboral y la personal.

Esto implica, entre otras medidas, mayor flexibilidad en los horarios (muchos reclaman descansos de media mañana

para atender a sus hijos y nietos) y en el teletrabajo. Cobra además especial importancia la opción

de la jubilación por etapas, que cada vez tiene más penetración, y que consiste en reducir poco

a poco las horas de trabajo. Muchas compañías son aún reticentes a este tipo de políticas,

pero hablamos de una revolución corporativa que todas tendrá que afrontar tarde o temprano,

cuando el talento de los baby boomers vaya desapareciendo. Mejor adelantarse al cambio.

 

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