La tecnología avanza a velocidades de vértigo y las grandes, medianas y pequeñas empresas pisan el acelerador para estar al día de cualquier cambio, e incluso generarlo. Pero, ¿estamos los usuarios preparados para este ritmo de innovación?
En su estudio anual Trends View sobre los aprendizajes tecnológicos que nos dejó 2017,
la consultora The Cocktail analiza las tendencias que siguen las empresas en su relación con el consumidor
y las nuevas tecnologías a las que los clientes estamos expuestos.
La conclusión es que estamos funcionando a dos velocidades: mientras que las compañías apuestan por la innovación,
la experiencia del cliente y gran cantidad de información y contenidos,
los usuarios aún arrastramos desconfianzas del pasado.
The Cocktail resume la situación tecnológica actual en varios puntos:
Sobreestimulación.
La cantidad de información y contenidos al alcance del usuario y la ausencia de herramientas para distinguir
qué es más importante acaba desembocando en un estado de constante alarma donde es difícil distinguir lo verdadero de lo falso.
Ante ello, desde la consultora proponen a las marcas recuperar su legitimidad como líderes del sector, convertirse en expertos que guían al consumidor.
Demasiada disrupción.
El consumidor todavía no ha asumido algunas innovaciones cuando ya se está hablando de nuevas.
Por ejemplo, en el caso de los medios de pago hay multitud de nuevos players (bancos, fintech, tecnológicas…)
mientras el usuario muestra, por ahora, limitado interés.
Cuerpo humano como interfaz.
El cuerpo se ha convertido en la mejor herramienta para la tecnología.
Desbloquear el móvil con el rostro, pagar con la huella dactilar,
pedir algo mediante comandos de voz o hacer una foto mediante una sonrisa es cada vez más habitual.
Efecto oportunidad.
‘Las campañas de último minuto tipo Black Friday, Límite 48 horas o Días sin IVA, c
onsiguen crear una gran necesidad en los consumidores para adquirir productos antes de que se agoten.
En Zara, por ejemplo, se empieza a integrar información meteorológica para planear sus campañas
y adecuar su operativa: ‘Compra un abrigo si hoy hace frío’.
Más tiendas físicas.
Hace un par de años los establecimientos veían amenazado su reinado por el aumento de las tiendas online.
Ahora, incluso las tiendas en Internet apuestan por abrir sus propios negocios físicos,
como por ejemplo Amazon o PcComponentes.
Los flagship se convierten en tiendas para experimentar e incluso marcas como Sanex,
La Vaca Que Ríe o Colgate van a abrir sus propios establecimientos.
“El punto físico va a tomar un papel especialmente relevante para construir diferenciación
y donde la marca pueda proponer una experiencia única y de valor con el consumidor.
M&M o Lego ya han construido su propia experiencia física y demuestran que es el momento en el que marcas (de todos lo sectores)
se planteen cuál es la experiencia física que la define para construir relación con el consumidor”,
explica María Herranz, de The Cocktail Analysis.
Cuidado con lo colaborativo.
The Cocktail advierte: “Si en años pasados la economía colaborativa se presentaba (y era aceptada)
como un espacio desintermediado en el que los ciudadanos intercambiaban de forma autónoma,
en 2017 esta percepción se modifica: se empiezan a sentir los efectos secundarios de la desregulación
y se identifican grandes intereses corporativos detrás de estas plataformas”.
Buen ejemplo de ello son las protestas de los conductores de Deliveroo o las asociaciones creadas contra Airbnb y los pisos turísticos de alquiler.
Adiós al ‘early adopter’.
La tecnología ya no es solo para jóvenes o expertos.
Todos somos clientes potenciales de las grandes innovaciones del momento.
El asistente de voz Alexa cuenta ya con decenas de millones de usuarios en Estados Unidos con dos años de vida
y en España, Netflix llegó a mediados de 2016 y ya cuenta con más de 1.100.000 de usuarios.
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