Inteligencia artificial, moral y coche autónomo
¿Conoces el dilema del tranvía? Es un experimento mental, creado por la filósofa británica Philippa Foot,
para poner en práctica nuestros principios morales, y cuyas derivaciones muchos han querido incluir en el derecho efectivo.
Imagina que vas a los mandos de un tranvía sin frenos que se dirige a una vía a la que hay cinco personas atadas.
Puedes desviar su trayectoria, pero solo a otra vía en la que hay una persona atada. ¿Qué harías?
¿Serías capaz de arrollar a esta última para salvar a las cinco anteriores?
Pues nos encontramos en un momento en el que el dilema del tranvía puede tener una aplicación real.
Nos referimos a los coches autónomos. ¿Qué deberían hacer en el caso de un daño inevitable?
Recuerda que en ‘Black Mirror’ ya sucedió…
Unos investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusets han querido tantear primero el terreno de la conversación social,
y han planteado 26 millones de acercamientos diferentes al dilema del tranvía a millones de personas en todo el mundo.
El ejercicio mental más lógico diría que hay que tomar la decisión que salve la vida a un mayor número de personas, ¿verdad?
La gracia está en las variaciones del experimento.
La edición digital del diario británico ‘The Guardian’ ha recogido algunas de esas propuestas.
¿Debería un coche en el que viajan un hombre, una mujer y un niño chocarse contra un muro para proteger a tres peatones ancianos?
¿Debería un coche sin conductor atropellar a una persona desempleada, a un niño y a un gato para salvar a un hombre, a una mujer y a un niño?
¿Y si la persona a la que podemos salvar o atropellar es un criminal?
¿Y si es una mujer embarazada o tiene alguna discapacidad?
El resultado de la investigación, publicada en ‘Nature‘, arroja datos interesantes.
La respuesta a la pregunta varía en función del lugar en que la hagas.
Qué dicen los fabricantes
Por ejemplo, ¿salvarías antes a una persona joven que a una anciana?
Nuestro pensamiento occidental y utilitarista condenaría a la persona mayor, ya que la joven tiene por delante más años de vida,
y generará más beneficios económicos. Pues es así en los países del sur, pero no en los del este ni en los islámicos,
que tienden a proteger a los ancianos. La misma diferencia surge cuando hablamos de gente empleada o desempleada.
Los primeros protegen a aquellos que tienen empleo porque se les presupone mayor creación de riqueza.
Además, merece la pena mencionar que la mayoría de las personas que participaron en el estudio,
que se anunció en diferentes medios, son hombres entre los 20 y los 30 con educación universitaria.
Otras decisiones curiosas. ¿Qué hay si hablamos de hombres y mujeres?
La única diferencia que se tiene en cuenta es que sean criminales o no.
Como imaginas, el criminal es el que tiene más papeletas para ser arrollado por el tranvía.
O por el coche autónomo. En el sur, los encuestados prefieren salvar a mujeres y a personas sin discapacidades.
Y en general, los perros son los preferidos antes que los gatos.
Según ‘The Guardian’, casi lo único que se mantiene constante en los lugares donde se ha planteado el dilema es que
hay que salvar a los peatones antes que a quienes van en otro vehículo
y a las personas sin historial delictivo antes que a quienes han violado la ley.
No obstante, la aplicación de este estudio, por ahora, es simplemente filosófica.
Los científicos afirman que es esta conversacion social en torno al dilema es un paso previo al diseño de un “algoritmo moral”
para los coches autónomos. Pero los fabricantes no están tan convencidos.
‘The Guardian’ recoge unas palabras de Andrew Chatham, ingeniero de Google en su proyecto de automóvil sin conductor,
en las que asegura que la única opción que barajan actualmente en caso de accidente es que el coche frene bruscamente,
no que decida chocarse contra algo o alguien para prevenirlo.
Aun así, es un fenómeno interesante ver cómo ciertas preguntas siguen sin respuesta
incluso en la era tecnológica de ‘Black Mirror’.
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