Hace muchos años se pensaba que el futuro pasaría por coches voladores y robots dominando el mundo.
El futuro es ahora presente y aunque no hemos llegado a ese momento imaginado, la automatización ha irrumpido en nuestro día a día.
La innovación ayuda a aumentar la competitividad y la producción, pero al mismo tiempo, l
a máquina reemplaza a una persona en busca de más eficiencia económica.
De hecho, algunas actividades se están viendo muy perjudicadas por esta revolución tecnológica. La producción en cadena,
el mercado del transporte, la administración de oficina o el sector de la banca son algunos de ellos.
La monitorización puede minimizar fallos, pero hay algo insustituible: el factor humano.
Valores como el diálogo, la comprensión, el sentir que hay alguien al otro lado escuchando nuestros problemas son capitales.
El trato personal, valor añadido
El trato personal se ha convertido en un valor añadido en algo tan común como que nos escuchen.
No quedar a expensas de un contestador automático. Nuestros problemas tienen matices que no se solucionan pulsando la opción adecuada.
En lugar de un complemento, la tecnología se transforma en sustituta de mano de obra. La combinación de ambas sería perfecta.
Sin embargo, el ser humano está intentando simplificar los procesos a riesgo de apartar a los de su propia especie.
El asesor financiero, clave en un sector amenazado
El sector de la banca no es ajeno a todo este proceso de automatización y cambio. Según datos del Banco de España,
de 2008 a 2017, han cerrado cerca de 20.000 oficinas y el 31% de las plantillas se han quedado en la calle.
De hecho, en los últimos diez años se han destruido más de 80.000 puestos y el proceso de transformación todavía no ha parado.
En este contexto de cambio, la figura de un asesor emerge como un factor esencial en la toma de decisiones sobre nuestro dinero.
Se trata de personas cualificadas para plantear estrategias y aconsejar a los clientes.
Aportan ese trato personal y disipan las dudas que podemos plantearnos.
Quizás alguien pueda recurrir a un algoritmo para diagnosticar e identificar cuáles son nuestros problemas económicos.
Pero la solución pasa por el asesoramiento personalizado de un coach.
Vocación de futuro
Pensamos en los millennials o en la generación Z, nativos digitales que se mueven como pez en el agua en el mundo digital,
pero la planificación del ahorro seguirá requiriendo de la figura de un profesional cualificado.
Un asesor preparado para adaptarse a los cambios del ciclo financiero de la vida de cada cliente.
Un experto en finanzas que nos ayude a tomar distancia y a saber gestionar las emociones,
evitando que nos dejemos llevar por la euforia cuando los mercados suben o nos dejemos influenciar
por un clima de pánico cuando éstos bajan.
Banco Mediolanum es un ejemplo de que el factor humano sí importa.
La entidad, lleva más de 37 años ayudando a sus clientes con un modelo de banca que basa su negocio en el trato personal, e
n la figura del asesor financiero que respalda y proporciona información al cliente.
El banco ofrece formación continua y asesoramiento sobre todos los productos y servicios.
El trato personalizado, de tú a tú, es uno de sus principales valores,
por ello, continúan contando con las personas para desempeñar ese trabajo, de cara al cliente.
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