Existe un mito alrededor de las grandes ideas que asegura que las mejores nos llegan cuando menos lo esperamos.
No cuando estamos concentrados en la labor que nos inquiete, sino cuando desconectamos y salimos a dar un paseo,
a hacer deporte, a leer, o simplemente a tumbarnos en el sofá. Lo cierto es que no es un mito.
La carrera por la productividad, por ser los más eficientes en nuestro trabajo, pero también fuera de él,
con nuestros familiares o amigos, nos está conduciendo a una obsesión de efectos contrarios.
Tenlo claro: si quieres rendir más y mejor, empieza a asumir que necesitas tiempo libre. Al fin y al cabo, es una liberación, ¿no?
No lo decimos nosotros, lo dice la ciencia.
El autor especializado en salud y estilo de vida Markham Heid recoge en uno de sus últimos artículos
una máxima que podemos resumir en eso anterior. Creemos que nuestra capacidad de atención es infalible.
Queremos ser productivos en la oficina y en nuestros compromisos sociales (nuestros hijos, nuestros padres, nuestra pareja, nuestros amigos),
y el tiempo y esfuerzo que nos sobra, lo dedicamos a ir al gimnasio, a ver una serie...
Es como si huyéramos del descanso. Solo ponemos nuestra mente a descansar cuando nos duchamos y cuando dormimos.
Si podemos hacer algo de provecho, ¿por qué debemos rechazarlo?
si tú también piensas así, no estás en lo cierto sobre el funcionamiento de nuestro cerebro.
Para aprender algo, tienes que estudiarlo durante un tiempo y luego tomarte un descanso.
Son palabras de Loren Frank, del centro de Neurociencia de la Universidad de California.
Según sus experimentos con ratas,nuestra mente retiene mejor la nueva información
cuando tiene un tiempo libre para procesarla. Imagina que te enfrentas a un complicado laberinto por primera vez.
Si antes de volver a él te tomas unos minutos para hacerte un mapa mental, irás más seguro.
Si no, repetirás el error.
Practica el mind-wandering
“El cerebro necesita tiempo libre para procesar nueva información y convertirla en algo permanente”,
afirma Loren Frank. Pero, ¿de cuándo tiempo hablamos?
“Sabemos que el cerebro puede llegar a su estado de inactividad muy rápido,
y las investigaciones sugieren que solo unos minutos, de cinco a 15, son suficientes para ayudar al aprendizaje“.
Depende, eso sí, de cada persona, y de lo complejo que sea el material o el trabajo al que nos enfrentamos.
Según otra experta, Mary Helen Immordino-Yang, de la Universidad del Sur de California,
el tiempo libre nos ayuda a asimilar procesos menos sencillos de lo que creemos,
como integrar el conocimiento en narrativas complicadas.
Esta también es el motivo por el que, cuando estás sometido a la presión de muchas tareas y estímulos,
te sientes desesperado e incluso ansioso.“Nuestros estudios demuestran que dejar
a la mente divagar genera un tipo diferente de productividad”. Jonathan Schooler,
de la Universidad de California, lo define como mind-wandering, algo así como dejar a la mente deambular.
Este científico afirma que, cuando disfrutamos de tiempo libre, el cerebro trabaja para asimilar el nuevo conocimiento,
y a veces sus frutos salen a la luz. Por eso el “¡Eureka!” aparece descansando.
Por eso lo que tenemos en la punta de la lengua llega cuando dejamos de pensar en ello.
Pero esto es contrario a lo que hemos aprendido, o al menos a lo que nuestro organismo está acostumbrado.
Solemos pensar que el tiempo libre nos llevará a pensar cosas negativas.
“La cuestión es encontrar el equilibrio entre estar ocupado y dejar nuestra mente deambular,
entre los pensamientos positivos y los referidos a obstáculos que se nos pueden presentar”, explica Schooler.
El experto señala que, si notamos que tenemos que hacer grandes fuerzas para desconectar de los estímulos
que nos atrapan en el día a día, debemos empezar a practicar el mind-wandering.
Y ya sabes: 15 minutos para dar un paseo o fregar los platos puede ser más que suficiente.
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