La “Blockchain” o “Cadena de Bloques” es la espina dorsal del protocolo Bitcoin y una tecnología que ha cambiado todo para siempre. ¿Sabes por qué?
Imaginen una sala de ordenadores en la que todos se encuentran sincronizados en red.
Si escribimos en un fichero, la información queda registrada al instante en todos los ordenadores de esa red.
Los ficheros solo están habilitados para escribir en ellos y no se puede borrar o alterar su contenido, del que cada terminal posee una copia exacta.
Los datos están, por tanto, distribuidos en cada ordenador.
Este ejemplo explicaría, en esencia, en qué consiste la compleja tecnología blockchain, también llamada cadena de bloques, que aspira a revolucionar la sociedad del mismo modo que lo hizo en su día internet.
¿Qué es?
Blockchain “es como un gran registro donde se anota con enorme seguridad todo lo que se quiera fijar de una manera estable, segura y sin mediador: una especie de registro sin registrador o contabilidad sin contable”, explica a 20minutos Javier Ibáñez, director del Observatorio Fintech Comillas Everis y director del primer laboratorio blockchain en España.
Los datos están en un universo de ordenadores, no en una nube.
En palabras de este experto, “es una red distribuida, una red de puntos, llamados nodos o servidores.
Por eso se llama ‘tecnología de registro distribuido’, porque se distribuye la información entre todos”.
En esta red, donde los servidores está conectados entre sí a través de un sistema peer-to-peer (P2P),
los equipos utilizan un protocolo —lenguaje— de consenso para confirmar que cada dato está verificado y realizar nuevas operaciones.
“Cada nodo puede apuntar datos sin comprometer la privacidad, ya que la información está encriptada. Existen unas reglas muy estrictas, por eso la privacidad está garantizada, porque para acceder hay que tener unas claves”, agrega Ibáñez.
La información que se transmite en esas operaciones se denomina token.
Para robar tokens o alterar la blockchain, los ciberdelincuentes deberían comprometer muchos cientos o miles de ordenadores a la vez, por lo que esta descentralización y el cifrado hacen que las transacciones sean resistentes a la manipulación.
A efectos prácticos, esta infraestructura ofrece la posibilidad de hacer transacciones seguras y verificables en internet.
¿Cuándo se utilizó por primera vez?
Bitcoin fue quien introdujo por primera vez esta tecnología en el año 2009, cuando el desconocido Satoshi Nakamoto,
un desarrollador o grupo de desarrolladores, creó esta moneda virtual tras el estallido de la crisis económica con el idealista objetivo de que sustituyera al dinero.
La eficacia y seguridad de la blockchain ha hecho que muchos sectores hayan puesto sus ojos en ella.
Mastercard anunció la semana pasada que abrirá el acceso a su red de blockchain a consumidores,
empresas y bancos con el objetivo de ofrecer nuevas formas de realizar pagos transfronterizos.
En España, cerca de 70 empresas de distintos sectores se han unido en el consorcio Alastria,
la primera red nacional regulada basada en blockchain del mundo.
Tal y como explican en su página web, se trata de una “blockchain semipública y permisionada,
así como especializada para su uso en un entorno sujeto a regulación española”.
¿Cuántas ‘blockchain’ hay en el mundo?
No existe una sola blockchain. Puede haber tantas como se creen, y la red puede ser pública o privada.
En el caso de Bitcoin, todos los que compran o pagan con esta criptomoneda lo hacen en una red pública.
Si la red es privada, los datos que se introducen en ella son, valga la redundancia, de carácter privado —información bancaria, tributaria, sanitaria, por ejemplo—.
En todos los casos, el sistema de seguridad que se crea está controlado por nodos, en la analogía anterior, los ordenadores.
“Esos nodos son validadores, es decir, que controlan que los datos se vayan incorporando en la cadena de bloques y se encripten correctamente.
Por eso se llama blockchain, los datos quedan encadenados”, expone Javier Ibáñez.
“El que hace una transacción hace un apunte, un bloque de datos nuevo, que puede contener lo que queramos, pero ese dato está encriptado”, agrega.
¿Por qué es importante?
La utilidad de esta tecnología es que con ella desaparecen los intermediarios.
“Tienes registros sin registradores, pruebas de datos que no se pueden modificar, ya que quitar un eslabón de la cadena y poner otro en su lugar es, en la práctica, imposible.
Es como el tiempo, puedes ir hacia delante pero no hacia atrás, no se puede cambiar”, indica Ibáñez.
En este punto entran en juego dos conceptos, uno es el de la identidad digital soberana.
“Una persona, en vez de tener 40 claves —la de Facebook, la del banco, la de Hacienda, la de la Seguridad Social—, tiene una única y la gestiona desde una blockchain. Se denomina soberana porque quien la maneja es esa persona”.
El segundo concepto es el de los contratos inteligentes (smart contract en inglés) que, según explica Ibañez,
“más que un contrato es un programa (software) que dispara una orden automática.
Pueden ser pagos, entregas…
El contrato circula por la blockchain y es un modo de meter datos en ella de forma automática”.
Teniendo en cuenta estos dos conceptos, la burocracia también desaparecía.
“Esto es lo que le da el golpe definitivo a los trámites, al papel administrativo.
Ni siquiera hacen falta archivos. Todo está metido en tu identidad digital soberana”, añade este experto.
El problema, según Ibáñez, es que “puede eliminar puestos de trabajo al quitar intermediarios, gestores, administradores.
Eso desaparecerá en cuanto las administraciones lo pongan en práctica”.
Además, al poder trazar el origen y el recorrido de cada transacción,
la blockchain puede contribuir a evitar el fraude tanto en donaciones o ayudas a la cooperación, como en el mercado del arte —ayudando a detectar posibles falsificaciones— o en el de coches de segunda mano —para evitar las manipulaciones en los cuentakilómetros—.
Su aplicación también puede servir para garantizar la veracidad e inalterabilidad de unas cuentas públicas, por ejemplo.
Cómo se aplica en el día a día de las personas
Un ejemplo sencillo sería el caso de un accidente de tráfico.
Los dos coches implicados estarían conectados a sus respectivas compañías aseguradoras,
que disparan la orden de constatar que ha habido un accidente y, en un solo clic, a través del contrato inteligente,
se procesaría todo el parte de accidentes y el banco, también conectado en esta blockchain, efectuaría el pago de la sanción correspondiente.
Al ser un proceso rápido, se ahorraría tiempo e intermediarios.
“Es un valor de velocidad operativa porque quita procesos, trámites.
En vez de hacer 18 gestiones, haces una”, afirma Ibáñez.
Eso sí, para que todo esto suceda tiene que estar todo dentro de la blockchain.
“Esto es útil si la gente está en el sistema, es como internet”, matiza.
¿Dónde está el riesgo?
Según Javier Ibáñez, los ciberdelincuentes “estarán al acecho antes de meter los datos en la blockchain o después, al querer recuperarlos.
Si tienes acceso a un nodo, el problema es que te roben la clave de acceso al nodo, pero lo que fluye en la red siempre será seguro”, explica Ibáñez.
En el caso de la identidad digital soberana, “el riesgo es que te roben el móvil con las claves para acceder a ella”.
¿En qué fase de desarrollo está ‘blockchain’?
“Estamos en una fase experimental, todavía se están haciendo ensayos”,
dice Ibáñez, que dirige el primer laboratorio blockchain en España.
“Es una unidad de investigación que forma parte de un observatorio.
Investigamos, hacemos experimentos de empresas, incubamos empresas y experimentamos con identidad digital y contratos inteligentes y luego lo publicamos”, enumera este experto.
¿En qué sectores se puede implementar?
En todos los sectores. La red Alastria agrupa a “empresas de gas natural, empresas de tecnología,
fintech, notarios, y probablemente entren también los registradores”, asegura Ibáñez,
para quien la blockchain “puede cambiar la vida de las personas, sobre todo al agilizar trámites.
Para las empresas puede ayudar crear nuevos mercados”.
A la hora de hablar de plazos concretos para la implementación de esta tecnología, la incógnita está aún en el aire.
“Esto se tiene que imponer a largo plazo. No tiene marcha atrás. Es como cuando se inventó la rueda”, concluye.
Fuente: 20minutos.es
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