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En el futuro tu cuerpo será tu smartphone

¿Te atreves a imaginar la vida después del móvil?

Es probable que la conexión 5G suponga un gran cambio, haciendo que los smartphones se conviertan en aparatos

aún más poderosos porque formen un verdadero enjambre con otros dispositivos.

Ésa es la promesa que hace la denominada Edge Computing,

una teoría informática que busca que los aparatos “hablen entre sí” para intercambiar datos, procesarlos y tomar decisiones.

Por ejemplo, un coche autónomo sabe que tiene que ir más despacio porque un sensor de la carretera le ha avisado

de que está lloviendo y los sensores de otros automóviles le cuentan que puede haber un accidente.

Amy Webb resalta esta bifurcación: “Por el momento, todavía no estamos seguros de si la llegada de la tecnología 5G

supondrá que lo más importante sea la conexión de los smartphone a una infraestructura superior

o si lo que verdaderamente tendrá impacto será la conectividad entre dispositivos que formen un ecosistema,

conectándose entre sí y ayudándose mutuamente con el intercambio de datos y el procesamiento conjunto. A corto plazo, el 5G será un trampolín para ayudar a crear el verdadero internet de las cosas y para que, por ejemplo, nuestros coches estén conectados”.

Entonces, ¿quién o qué matará a los smartphones?

Ellos no serán los únicos dispositivos que irán mejorando en los próximos años.

Otros aparatos lo harán a igual velocidad y terminarán superándolos.

“En los próximos 20 años veremos gafas y auriculares inteligentes y tecnologías potencialmente más avanzadas,

como sistemas de proyección de la retina y auriculares que respondan al susurro y al movimiento”.

“En el espacio de la salud, habrá tatuajes temporales que transmitan datos biométricos

de forma inalámbrica y que también puedan administrar medicamentos”, asegura Webb.

Esos aparatos podrán contar con conexión a internet y estar dotados de inteligencias artificiales”.

Piensa en el Asistente de Google, en Siri o en Bixby –los mayordomos virtuales de Google, Apple y Samsung,

respectivamente–, pero multiplica su potencia y su capacidad por un billón.

¿El resultado? Algo muy parecido a lo que se vio en la película ‘Her’ de Spike Jonze,

un sistema operativo ultrapoderoso que casi será un demiurgo. Y sí, lo tendremos instalado en la cabeza.

Porque todos esos aparatos dejarán poco a poco de ser externos y se irán implantando en nuestra piel,

nuestros ojos o incluso en nuestros cerebros. Eso es lo que predice el doctor James Canton,

presidente del Institute of Global Futures, una institución que se dedica a realizar pronósticos sobre negocios y tecnología.

Gadgets en nosotros

“Los gadgets estarán integrados en nosotros”,confirma el doctor Canton.

“Tendremos chips con inteligencia artificial que harán mejores a los seres humanos.

Estos chips mejorarán nuestras habilidades cognitivas, habrá dispositivos inteligentes que nos darán medicamentos.

Incluso nuestra salud será mejor porque las máquinas que estén dentro de nosotros nos avisarán de problemas

o actuarán de forma preventiva ante lesiones o enfermedades”.

Esa mejora de habilidades cognitivas que adelanta el doctor Canton va desde una memoria

incrementada –tendremos un disco duro en nuestro cerebro– hasta una vista más sutil –una retina artificial nos servirá para agudizarla al extremo–,

pasando por una mayor capacidad de atención o una más adecuada capacidad para tomar decisiones o incluso razonar,

ya que tendremos virtualmente todo el conocimiento del mundo en nuestras cabezas. ¿Cómo? Gracias a Internet.

“Los smartphones se integrarán en nuestros cuerpos, en nuestra piel y en nuestros ojos.

Un pensamiento y ya estaremos conectados a internet

Esa unión cuerpo-máquina es la gran predicción de Elon Musk. No porque la humanidad vaya a avanzar

o porque nos acerque a la inmortalidad (que también), sino porque será una manera de derrotar a los que él considera nuestros grandes enemigos: los robots dotados de inteligencia artificial.

Vamos, el clásico “si no puedes con tu enemigo, únete a él”.

En la misma línea se mueve James Canton cuando dice que en el futuro habrá nanotecnología

para crear nuevos órganos y dispositivos de computación cuántica.

“Podremos encriptar nuestros pensamientos, que estarán almacenados en un dispositivo externo o en nuestro cerebro.

Existirán ‘máquinas blandas’ realizadas con ADN sintético y que harán las funciones de nuestros órganos”.

Amy Webb no es tan ambiciosa ni tan “peliculera” (Elon Musk es un reconocido fan de los títulos de fantasía futurista)

y asegura que “la fusión entre hombre y máquina es un término que suena a ciencia ficción.

Seamos más prácticos: ¿los humanos interactuarán de forma más íntima con la tecnología? Absolutamente.

Ya existen numerosos dispositivos en uso que combinan nuestra biología con sistemas informáticos,

como el reconocimiento facial en los iPhone más nuevos. Investigadores de la Universidad de Duke

y de la Universidad de Washington están desarrollando nuevos tipos de interfaces cerebro-máquina,

que algún día ayudarán a las víctimas de apoplejía a recuperar su capacidad para caminar y hablar”.

 

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